Es un día soleado. Voy caminando por lo que parece una aldea o pueblo que creo abandonado. En una de las calles encuentro una casa derruida. Alguien está abatido, su casa se ha derrumbado. Mire donde mire, sólo hay escombros. Veo desesperación en sus ojos. Su mundo se ha venido abajo…sus cimientos han caído…
Me acerco calmada y le presto
mi ayuda. No sabe por dónde empezar, no sabe qué debe buscar o qué necesita.
Trato de calmarle y le digo que debe encontrar el sombrero amarillo. Lo demás
no importa, tenemos que encontrar el sombrero amarillo. Asiente con la cabeza,
ya tiene un objetivo y veo algo de alivio en sus ojos. Nos ponemos a buscar, él
por un lado y yo por otro. Ando entre escombros, trepo por trozos de pared
derruida. Recuerdo que al abrirme paso entre unos bloques me encuentro con una
sala donde una mujer obesa está sentada en el sofá de su casa viendo la tele.
Ella no me ha visto así que deshago mis pasos y vuelvo donde estaba. Parece ser
que el derrumbe ha abierto un hueco en la pared de la casa de al lado. La mujer
no me ha visto, no parece haberse dado cuenta de nada.
Sigo buscando, sigo entre
escombros…¿dónde está el sombrero amarillo? Es todo lo que necesitamos, no
importa nada más…
…y así, entre ruinas de una
casa desperté…y pensé que cuando sabes qué necesitas, todo lo demás no importa.
Cuando tienes claro el objetivo, no importa si han caído cimientos, sólo debes
seguir avanzando hasta llegar a él. No importa si el mundo está en ruinas si
sabes hacia dónde vas. Sólo debes encontrar tu sombrero amarillo. ¿Sabes dónde
está?
Arenea
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