Dejando a un lado los tópicos
sobre diferencias entre hombres y mujeres, algo queda claro: las mujeres y los
hombres no vivimos de la misma forma la vida.
Ya bien entrado el siglo XXI nos encontramos con mujeres
que han tomado filas y que se han plantado exactamente dónde y cómo el mundo
masculino ha sugerido que fuera. Ahora bien, ¿los conflictos internos que
vivimos las mujeres realmente han cambiado?
La mayoría de las hijas que hoy día pueden estar viviendo
una carrera profesional de éxito proceden de una familia en la que sus madres
habrán acatado las normas heredadas por sus antecesores. Por supuesto, habrá
excepciones, pero creo que por cómo andamos de salud emocional, realmente no
hemos llevado a cabo los cambios necesarios para vivir una vida plena y
realizada a través de aquello que nos permitirá ser felices: el amor.
El amor, que tanto se ha hablado de él, del que tanto se
ha escrito y sobre el que tanto se ha elucubrado. Energéticamente, el amor
tiene unas posturas internas y claras dentro de nosotros, estas posturas
(frecuencias) son en su parte más básica: aceptación, respeto y amor. Nada de
lo citado aquí tiene nada que ver con el enamoramiento que se puede sentir
hacia otra persona de distinto o mismo género. ¿A qué se refiere este amor que
contiene la llave de nuestra felicidad y realización? Existe una acepción que
proviene del griego de la palabra amor y es agápe,
cuyo sentido está referido al amor incondicional como acción y no como sentimiento
u emoción. Se refiere a en término más amplio a la Verdad en un sentido
universal, personal y general. Entonces, ¿cómo encajamos este agápe en nuestro día a día cuando la
rutina y las obligaciones parecen mutilar toda oportunidad de ser amoroso para
con uno mismo? Por suerte, no hace falta poner los pies en polvorosa y podemos
actuar de forma amorosa en pequeños instantes de lucidez. Para empezar, cuando
nos levantamos y nos miramos al espejo, ¿nos aceptamos tal y como somos o tal
vez nos exigimos ser más competentes y más productivas cada día? Cuando
elegimos la ropa que llevaremos ese día, ¿estamos pensando en lo que se nos
pide en nuestro puesto de trabajo o en estamos centradas en lo que nos pide el cuerpo? ¿Nos damos tiempo
para alimentar a nuestro cuerpo con lo que necesita o dejamos estas necesidades
a un lado debido a otras exigencias? A lo largo del día, hay numerosas
oportunidades para ser amorosa con una misma. Por supuesto, no podemos hacerlo
desde la exigencia de amarnos, sino desde la oportunidad de realización que
esto supone. No podemos obligarnos ni exigirnos ser algo que no somos, esto
produce una desarmonía interna (y por tanto externa) en cada una de nuestras
células. Así que, allá va una especie de mantra para llevar con nosotras en
nuestra cartera o tener en nuestro lugar de trabajo.
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