Me sentía libre, feliz, ligera. Viajaba en moto con
una amiga sentada detrás. Las dos reíamos, nos sentíamos felices. Era un viaje
sin rumbo. La incertidumbre del destino me hacía cosquillas en la barriga y me
arrancaba una sonrisa de esas que no puedes disimular. El día era
perfecto...soleado, cielo despejado, temperatura agradable...así que el aire en
nuestra piel era cálido.
Hicimos una parada para estirar las
piernas y decidimos quedarnos en bikini. Era una zona de veraneo así que ir así
no despertaba miradas indiscretas. Ambas nos sentíamos jóvenes, bellas,
esbeltas...
Mi calzado me resultaba inapropiado para
el lugar, eran zapatillas cerradas y quise entrar en una tienda para comprarme
unas sandalias. No encontré nada de mi agrado así que salí de la tienda y
subimos caminando una cuesta de tierra hasta llegar a una pequeña charca
improvisada. Hacia ella entraban dos pequeñas rampas de hormigón por lados
opuestos y el resto de su contorno era de hierba y tierra.
Nos sentamos en una de las rampas a comer
unos sandwiches y llegaron mi pareja y otro chico más.
No había nadie más en la
charca.
Conocíamos una leyenda sobre el lugar.
Contaban que dentro habitaba un ser que si te miraba a los ojos, te robaba
el alma. Bromeamos sobre eso y entonces yo dejé caer por la rampa un trozo de
papel. Lo hice intencionadamente, como una broma, haciendo burla sobre la
leyenda. Entonces mi pareja alargó su brazo y recogió el papel. De nuevo dejé
caer otro, pero esta vez más cerca del agua y mi pareja, al tratar de cogerlo,
cayó al agua. No me dio miedo que pudiese ahogarse (no parecía un lugar
profundo) pero entonces vimos una sombra bajo el agua que se dirigió a él. Me
puse en pie y vi cómo clavaba su mirada en el ser y se quedaba inmovil. Sentí
que mi cuerpo se ponía en alerta y debía hacer algo. Me giré hacia el otro
chico y le dije "Necesito un espejo". Me alargó la mano entregándome
un estuche rojo rectangular que dentro contenía un espejo redondo (igual al que
tenía mi madre cuando yo era pequeña). Cogí el espejo y me lancé al agua.
Llegué rápidamente a su lado y pude ver
cómo la sombra que lo miraba le impedía moverse. Sus ojos miraban perdidos,
como si no hubiese nadie dentro, su piel palidecía hacia un tono gris que me
alarmó. Vi como poco a poco empezaba a hundirse sin poder luchar por mantenerse
a flote...
Cogí aire y me sumergí buscando la cara
de la criatura...Quería poner el espejo frente a ella para que viese su propio
rostro...Cuando el espejo se interpuso entre ellos, mi pareja reaccionó salió
de repente a la superficie cogiendo bocanadas de aire y casi cayendo hacia
atrás por el impulso al levantarse.
La criatura trató de evitar mi espejo,
pero agarré su cabeza, su pelo era como tocar miles de algas que se
entrelazaban con mis dedos. Con firmeza dirigí su cara al espejo y un chillido
estridente recorrió el agua...
...Desperté...con el recuerdo vivo de
haber vencido a Goliat, de haber luchado y ganado una enorme batalla...Un
gigante caído, un miedo vencido...
Arenea
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